Nuevo fic: Beauty vampire

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Prólogo
Llevábamos varios años viviendo en Jaspers Ville, Luisiana, y la gente empezaba a preguntarse cómo mis padres se mantenían tan jóvenes. Debo rectificar, realmente no eran mis padres. Poco después de combertirme, allá por 1860, los conocí. Bagaba sola, sin rumbo y ellos se ofrecieron a introducirme en su pequeña “familia”. Los vecinos conmigo no tenían tanta inquietud. Con un poco de maquillaje y ropa de mujer adulta ya aparentaba los 25 años que creían que tenía, pero sin embargo ellos... Mi madre - la llamaré así porque la considero como tal - era una mujer rubia, esbelta. Era hermosa. Todos los hombres del pueblo enloquecían por ella, cosa que a mi padre le sacaba de sus casillas. No podía soportar que nadie, salvo él, la deseara. Y menos esos estúpidos humanos, como decía. Mi padre tambien era atractivo, tenía sus arrugas, pero ese halo de misterio que lo envolvía les causaba gran morbo a las mujeres del pueblo. Por lo que a mi respecta, sé que está mal decirlo, pero tenía bastante éxito entre el sexo opuesto. Mi melena negra como el azabache y mis ojos claros les atraían desmesuradamente. Cosa que me hizo la vida, por así llamarla, fácil. Y ahora os preguntareis, ¿Qué somos? Muy sencillo. Hijos de la noche, vampiros.

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Capitulo 1 ''volver a empezar''
Sentada en el tejado de mi habitación hechaba un último vistazo al pueblo. Era denoche y estaba todo en calma. Solo se escuchaba a los grillos, a los lobos y a los perros de los vecinos ladrar. El cielo estaba despejado y podían verse con claridad la luna y las estrellas. Era precioso. Ocho años allí no los olvidaría. Depronto mis sentidos detectaron una presencia cercana. Era mi madre. Saltó por la ventana y se acercó a mi.

-Sé que estás disgustada, pero.... tenemos que irnos. Ya lo sabes.- dijo posando su delgada mano en mi hombro.

-Lo entiendo. No te preocupes por mi, madre.

-Sé que incluso llegaste a hacerte amiga de los humanos.
-No importa. - dije agachando la mirada. Mentía. ¡Claro que me importaba!

-Nos iremos a la ciudad.
-¿A la ciudad?- pregunté extrañada. Mi madre detestaba las ciudades. Llenas de ruido, extres, contaminación...

-Se caza mejor.

-Sí, bueno... ¿A donde nos vamos?

-Berlín.

-¿Berlín? ¿Alemania? ¿Hablas enserio?

Creí que bromeaba, pero por el semblante serio de su delicado rostro supe que no. ¿Porqué coño nos teníamos que ir tan lejos?

-Un primo tercero de tu padre vive allí con su familia.

Oh, vaya! Europa. Pensé que de irnos nos quedaríamos en Estados Unidos, al menos. Por el idioma no tendría problema, porque eramos capaces de hablar cualquier lengua de manera fluida, pero eran otras costumbres. Toda mi vida la había pasado en América y ahora no me apetecía abandonar el país. Acabamos de hacer las maletas y al día siguiente nos fuimos. Nos despedimos de nuestros vecinos, los Gallager, y arrancamos rumbo a Europa. Bajo la atenta mirada de estos, desaparecimos entre la niebla. Desaparecimos literalmente. Mi padre tenía el poder propio de la teletransportación, por lo que cuando me di cuenta estabamos en un tunel alemán. Mi madre tambien tenía el suyo, podía convertirse en el animal que ella deseara. El tema de los poderes era algo que me preocupaba bastante. No todos los vampiros los tenían y entre esa minoría estaba yo. Mi padre siempre decía que, en ocasiones, tardan en desarrollarse. Aquello no me valía de consuelo, ya llevaba muchos años siendo vampiro. Me sentía incompleta y marginada sin él. Me veía gual que todos, no había poder mio que ellos no tubieran tambien, los poderes característicos de los vampiros.Salimos a la autopista y pude ver a lo lejos los increibles edificios. Aquella ciudad parecía majestuosa. Me asombró y solo estaba viendo parte de ella. De camino empecé a pensar en la vida que me esperaba. Otra vez volver a fingir 17 años. ¡Qué ilusión! Notareis que es puro sarcasmo mi afirmación. Odiaba volver al instituto, con aquellos adolescentes de hormonas alteradas, con los chicos populares y los empollones. Salimos a una carretera secundaría y después nos metimos por un camino de tierra.

-¿Ves aquella mansión?- me preguntó mi padre señalándola con el dedo.

-Sí.- contesté situándome en el asiento del medio.

-Ahí vive mi primo Blaz.

-Y ahí viviremos nosotros.- apuntilló mi madre.

-¿Qué? ¿Vamos a vivir con ellos?

-Ahá.

-¿Porque nunca me contais nada?- reproché como una niña pequeña.

-Lo siento, cielo. Quería que fuese una sorpresa.

¡Y vaya sorpresa! Cuando nos bajamos del coche aluciné aún más. Seguro que pocas familias en Berlín vivían en sitios así. Solo tenía una palabra para describirla. Increible. En ese momento entendí porqué mi madre había aceptado vivir en Berlín. Aquel lugar, rodeado por naturaleza, estaba bastante apartado de la estresante urbe. Se abrió la puerta y apareció una mujer de cabello castaño con reflejos dorados y ojos azules. Sonrió y bajó las escaleras de piedra corriendo con los brazos abiertos.

-¡Habeis llegado!- dijo abrazándose a mi madre.

- No sabeis las ganas que tenía de veros.- dijo abrazando a mi padre esta vez.

-Y nosotros. ¿Dónde está mi primo?

-¡Aquí estoy!- dijo un hombre alto y fuerte. Su pelo era negro y sus ojos azules, tambien.

-¿Es...?- Preguntó la mujer dirigiéndose a mi, mientras los primos terminaban de saludarse.

-Sí, es ella.- dijo mi madre mirándome con cariño.

-¡Es preciosa! Hola, cielo. Yo soy Callan.

-Encantada.

-Este es mi marido, Blaz.

-Hola, preciosa.- dijo estrechándome la mano.

Callan estaba ansiosa porque entrásemos a la casa, así que no nos demoramos ni un minuto más. ¿Cómo describir el interior? Aquello no era una simple mansión, era un palacio. Tenía una gran escalera de marmol que comunicaba la planta baja con el primer piso. El pasamanos era de madera de roble, al menos eso me pareció.
Del techo colgaba una enorme lámpara de araña. Las esquinas estaban compuesta por muebles tambien de madera, parecían antiguos, y las parades con pinturas de retratos.

-Pasad al salón. ¿Os apetece una copa de sangre?

-¡Claro!- dijimos.

En el salón los muebles eran tambien de madera, brillaban como si fueran nuevos. Los sofás de cuero negro; y hacia el final había una pequeña biblioteca y un piano de cola. Las lámparas eran tambien de cristal. Nos sentamos y al minuto Callan apareció con una bandeja y cinco copas de sangre. ¡Me apetecía tanto! Estaba hambrienta.

-¿Dónde están los chicos?- preguntó Blaz cogiendo la suya.

-Han salido. No tardarán el volver- contestó su mujer.

Los Kaulitz eran un familia de seis miembros: el matrimonio, dos gemelos adolescentes, una chica menor y otro hijo mayor. Los tres chicos eran tan hijos de ellos como yo de mis padres. Vosotros me entendeis. Sin embargo, la niña si era fruto de su unión. Para que una pareja de vampiros pudieran tener descendencia deberían pasar por un ritual de fertilidad. Solo de aquella manera ellas podrían quedarse embarazadas.

-Y bueno, ¿Habeis pensando ya en vuestros nombres alemanes?- preguntó Callan.

Los nombres. Para colmo teníamos que cambiarnos de nombre y apellido. Para los berlineses seríamos los Burkhard. Apellido muy alemán, elegido por mi padre. El se llamaría Ernest, Emily habría sido el nombre elegido por mi madre y yo me llamaría Berit. Sí, ahora me presento. Soy Berit Burkhard.

A la media hora, aproximadamente, de estar allí oímos cerrarse la pesada puerta de la entrada. Escuchamos a unos muchachos reirse y entonces Blaz dijo:

-¡Chicos! Estamos en el salón. Venid.

Aparecieron por allí dos chicos morenos, bastante altos y delgados. Uno de ellos tenía el pelo recogido con unas trenzas muy modernas y vestía ropas anchas. Un chico de ciudad. El otro tenía el pelo largo y su look era más oscuro. Vestía unos pantalones ajustados, una camiseta roja y una cazadora de cuero. A su lado una chica rubia de increibles ojos azules. Era pálida y muy delgada tambien. Jamás había visto antes a un vampiro natural. Su aspecto no disimulaba tanto como el de sus hermanos. Llevaba la palabra “vampiro” escrita en la frente.

-¿Y Ellery?- preguntó Callan por su hijo mayor.

-Dijo que vendría más tarde.- contestó la chica con una dulce voz.

Nos presentaron. Al de las trenzas lo conocían como Tom, el de la melena se llamaba Bill y la chica era Caroline. Todos tenían la típica belleza vampírica. Magnética e inquietante, que hacía que los humanos tubieran irrefrenables deseos de acercarse a ellos. ¡Y no solo los humanos! Bill me llamó automáticamente la atención.

No era como los demás vampiros que había conocido en mi vida. Su rostro más podía ser de una muchacha. Delicado y simetricamente perfecto. No podía quitar mis ojos de él, hasta que se dió cuenta y desvié la mirada hacia otro lado. ¿Y aquellos pivones tenían que ser mis “primos”? ¡Menuda desgracia la mia!

Continuará....

Comentarios

  1. OH MI DIOS QE LOCOO ESTA GENIL AAAAA sigelaaa ahhh!!!! qe me muerooo qe terror

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  2. wooo

    esta nove esta genial


    es una de las mejores



    siguela n verdad esta genial

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  3. esta increiblemente genial sigela

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